2050: El fin que no fue (1)

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Al morir mi abuelo, dejó como legado lo típico de su generación: el contenido de una vida en varias redes sociales donde mantuvo contacto con toda la gente de su edad y un par de cajas llenas de cosas. 

Ya sé que antes la gente era bien rara, pero eso de guardar máscaras de caballo, máquinas consolas donde jugaban por tardes enteras, no creo que llegue a entenderlo nunca. De entre todas las cosas, lo que más llamó mi atención fue un cubrebocas de esos que se hacían a principios del siglo. Debió ser de los tiempos de la Pandemia. 

No soy experto en historia, pero en la escuela y con lo que he leído por mi cuenta aprendí un poco sobre la crisis del covid-19 la que se desató en el 2020 y cómo fue que inició la gran transformación que nos ha traído hasta aquí. También hay muchas películas al respecto, algunas incluso todavía en blu-ray (aunque ya es muy difícil encontrarse con una). Yo sólo he visto la más famosa, protagonizada por la actriz más importante de esa década, Cardi B.

Desde que tengo memoria, el abuelo siempre nos hacía lavarnos las manos cada vez que nos veía. Otras de sus manías eran siempre mantenerse a distancia y saludar con el codo en lugar de dar la mano o tomarse la temperatura diariamente. A pesar de que este monitoreo ya es automático y en tiempo real, él siempre insistió en asegurarse.

Mi abuelo nos contaba historias de un mundo bien diferente. Ahora lo llamamos la Era de la Gran Estupidez, pero a él nunca le gustó ese nombre. Me contó que en los océanos habían islas enteras de plástico y que los bosques y selvas se encogían porque la gente pensaba que así se construía el futuro. Le gustaba señalar cosas a distancia y decir que en sus tiempos nunca se habría alcanzado a ver tan lejos por la contaminación y que si alguien quería respirar aire limpio tenía que salir de las ciudades. 

El cubrebocas me recordó sus últimos años, cuando los médicos diagnosticaron daños en sus pulmones debido al aire que respiró por tanto tiempo. A veces, cuando le daba un ataque de tos, nos decía bromeando cosas como, ahí va un poquito del 2020. Sin embargo, mi abuelo siempre defendió el cambio. Nos decía que se habían logrado tantas cosas que para él ya estaba claro que todo era posible.

A mí me enseñó a sembrar y muchas veces me acompañó a las misiones de reforestación de mi escuela. También me enseñó a interpretar y coleccionar los memes. Para los demás jóvenes de la comunidad fue un gran guía, siempre dispuesto a dar más de lo requerido por los calendarios de actividades de los comités comunitarios.

Las veces que nos contó sobre el covid-19 repetía las mismas cosas. Cómo los gobiernos primero intentaron proteger la economía y la desesperación de la industria del petróleo por la desaparición casi total de la demanda. Dijo que mientras algunos se encerraron en sus casas o huyeron de las ciudades, la mayoría de las personas no podían dejar de trabajar y miles se enfermaron y murieron porque nadie se preocupó por ayudarles. La salud no siempre fue universal, nos decía.

Obviamente, el covid-19 no ocasionó la última pandemia del siglo. Sin embargo, fue la última vez que el mundo actuó tan equivocadamente. La última vez que el viejo modelo económico y político de la era de la Gran Estupidez, decidió sobre el destino de las personas y del mundo. La historia de mi abuelo es testimonio de ello.

Cuando encontré el cubrebocas se lo enseñé a mis papás y a mis amigos. No sabemos cuánto habrá pagado por él, pues en esos tiempos era común la especulación y la reventa. En la actualidad, sólo las practican los fanáticos del club américa, un equipo que por más de 100 años fue de los más populares de México y que hoy parece más una religión que algo deportivo, con sus propios santos y demonios. Muchas cosas han cambiado estos últimos 30 años.

2 Comments

  1. Ya eres famoso, amigo.
    Acá te seguimos leyendo para que te nos aparezcas a través de tus letras.
    Un saludo, compa.

    1. pacojean says:

      Amigo! Espero que estén muy bien. Un abrazo grande y gracias por leer.

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